
-Foto: nocturneando por Tribunal (junio '09)-
Empieza como un temblor casi imperceptible en el fondo de mi pecho, un estremecimiento delicioso, que va extendiéndose despacio por todo mi cuerpo. El estómago comienza a cosquillearme, un suave aleteo se enreda en mi garganta y, al fin, brota de mis labios la sonrisa más radiante que mi corazón es capaz de regalarte...
Llevo casi dos años sonriendo junto a ti, pero SIEMPRE estaré aquí también para cuando tengas que llorar.
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