
Alejada del contacto con otros niños, debatiéndose entre el nerviosismo de su madre y el frío distanciamiento de su padre, Amélie se refugia en un mundo imaginario inventado por ella. En él, los discos de vinilo se fabrican como crêpes, y la vecina, en coma desde hace meses, está así porque ha decidido dormir de un tirón las horas que le restan de sueño en toda su vida.
El único amigo de Amélie se llama Cachalote. Por desgracia, el ambiente familiar le ha vuelto neurasténico y suicida. Los intentos de suicidio de Cachalote incrementan el estrés materno. Se toma una decisión.
¿Y qué demonios hago si no puedo evitar preocuparme?
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