
-Foto: Carmen, Nury y yo en El Manicomio (Leganés)-
¿Qué puedo decir de la noche de ayer? Pues que no todas las noches acaban saliendo como uno espera, que no todas las mezclas son buenas y que no está tan mal terminar sujetando frentes,siempre que sean frentes de gente a la que adoras. xDDDDD
Mi intención primigenia de sacar millones de fotos se truncó de raíz porque algunas escenas no han nacido para ser fotografiadas... xDDDD Sé que esta foto es más bien una caca, pero os puedo asegurar que no había dónde elegir, ¡jaja!
Pequeñina mía, que no pasa nada, que me lo pasé genial de todas maneras y que todos hemos tenidos noches así, ¡¡jajaja!! ¡El mundo es cruel! xDDD
Cinnamon trabaja con destreza, no hace ni un solo movimiento gratuito. Al principio quise ayudarlo, pero cada vez que se lo decía, él movía la cabeza, sonriente, en señal de negación. En realidad, observando cómo se desenvolvía, llegué a la conclusión de que lo mejor era confiárselo todo a él. Desde entonces, leo algún libro sentado en el sofá del "probador", para no molestarlo, mientras Cinnamon hace las labores matutinas.
No es una casa grande, sólo hay los muebles estrictamente necesarios. Nadie vive allí, así que tampoco se ensucia ni se desordena. Pero Cinnamon pasa cada día el aspirador, saca el polvo de los muebles, de la estantería, limpia todos los cristales con espray. Encera la mesa. Limpia las bombillas. Vuelve a poner todos los objetos de la casa en orden. Ordena los cubiertos en el cajón, alinea correctamente las ollas según su tamaño. Vuelve a plegar bien, esquina contra esquina, la ropa blanca y las toallas apiladas en el armario. Coloca las tazas de café de modo que las asas queden todas orientadas en la misma dirección. Corrige la posición del jabón del lavabo, cambia la toalla por una limpia aunque no se haya usado. Junta toda la basura en una misma bolsa, la cierra y la saca fuera. Pone a la hora exacta el reloj de mesa, ajustándolo al suyo (puedo apostar a que su reloj no se adelanta ni retrasa tres segundos siquiera). Las cosas que están fuera de su sitio, aunque sean pocas, son devueltas a su lugar original por el movimiento elegante y preciso de sus dedos. Si yo hubiera desplazado el reloj de la mesa dos centímetros a la izquierda, al día siguiente él lo desplazaría dos centímetros a la derecha.
En el caso de Cinnamon, este comportamiento no da la impresión de ser neurótico. Sólo parece "correcto", natural. Quizá Cinnamon tenga grabado en la cabeza, nítidamente, cómo debe ser este mundo _ por lo menos el pequeño mundo que nos rodea_, y mantenerlo así tal vez sea para él una cosa tan natural como respirar. Quizá Cinnamon sólo se dedique a ayudar un poco a que las cosas, poseídas por un fuerte deseo inmanente de hallarse en su lugar, retornen a su estado originario.
Cinnamon pone la comida que ha preparado en un recipiente, la guarda en la nevera, me dice qué es lo que he de comer al mediodía. Le doy las gracias. Vuelve a anudarse la corbata ante el espejo, se examina la camisa, se pone la americana. Me dice "adiós" moviendo sólo los labios, con una sonrisa, mira a su alrededor, sale por la puerta del recibidor. Sube al Mercedes Benz, inserta una cinta de música clásica en la platina del casete, abre el portón con el control remoto, se va resiguiendo las grecas que ha dibujado al entrar. Al salir el coche, el portón se cierra de nuevo. Yo lo observo como antes, con una taza de café en la mano, a través de las rendijas de la persiana. Los pájaros ya no alborotan como antes. Se ven, hechas jirones, unas nubes bajas arrastradas por el viento. Sobre éstas aguardan otras nubes, imponentes.
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (Haruki Murakami)
♫ Skalariak - Fuego de revolución ♫
No hay comentarios:
Publicar un comentario