miércoles, 10 de febrero de 2010

Buceando en mi subconsciente



-Foto: Santander '09-







_ Cinnamon dejó de hablar poco antes de cumplir los seis años_ me dijo Nutmeg_. El año de su ingreso en la escuela primaria. En el mes de febrero de aquel año, de repente, dejó de hablar. Por extraño que parezca, hasta la noche ni nos dimos cuenta de que en todo el día no había dicho ni una sola palabra. Nunca había sido muy hablador, pero, con todo... Hice lo imposible para que dijera algo. Intenté hablarle, sacudirle, pero no lo logré. Cinnamon permanecía mudo, como una piedra. Ni siquiera sabíamos si había enmudecido por algo que le hubiera ocurrido o si era él mismo quien había decidido dejar de hablar. Ni siquiera ahora lo sabemos. A partir de entonces, no sólo no ha vuelto a hablar, tampoco ha emitido nunca un solo sonido, ninguno en absoluto, ¿comprendes? Aunque sienta dolor, no le oirás gritar, tampoco ríe a carcajadas cuando le haces cosquillas.

Nutmeg llevó a su hijo a varios especialistas en otorrinolaringología. Pero, tal como cabía esperar, no fueron capaces de establecer la causa. Lo único que llegaron a determinar es que no residía en ningún problema ni afección físicos. Los médicos no pudieron localizar anormalidad alguna en sus órganos de fonación. Podía oír bien. Pero no hablaba.

_ Pertenece al campo de la psiquiatría_ fue el diagnóstico unánime.

Nutmeg hizo que un psiquiatra conocido de la familia visitara a Cinnamon. Pero el psiquiatra tampoco pudo determinar las causas del silencio. Tras una examen mental pudo establecer que sus facultades intelectuales no presentaban discapacitación alguna. En realidad, su cociente intelectual era bastante alto, y tampoco mostraba, psicológicamente, problema alguno.

_ ¿Ha sufrido alguna conmoción fuera de lo normal?_ le preguntó el médico a Nutmeg_. Recuerde bien. ¿Ha visto el niño, por ejemplo, algo extraño o alguien lo ha maltratado alguna vez en casa? ¿No ha sucedido nunca nada así?

A Nutmeg no se le ocurrió nada. Su hijo había cenado como siempre, había hablado con ella con toda normalidad, se había metido en la cama como otros días y había dormido tranquilo. A la mañana siguiente, Cinnamon ya estaba profundamente sumido en el mundo del silencio. En su casa no había problemas familiares, el niño era atendido con cariño por su madre y su abuela, la madre de Nutmeg. Nunca le habían levantado la mano, ni una vez siquiera. El médico concluyó que, por el momento, no cabía hacer otra cosa que observar cómo evolucionaba la situación.

_ Obviamente, el desconocimiento de la causa impide establecer un tratamiento, ¿me comprende? Tráigalo una vez por semana. Quizás así lleguemos a descubrir la causa. Podría ocurrir, también, que recuperara el habla de repente, incluso en poco tiempo, como si hubiera despertado de un sueño. Está claro que no nos queda otra alternativa que esperar con paciencia. Ciertamente, este niño no habla, pero, aparte de eso, no presenta ningún otro problema...

Así que esperaron mucho tiempo, pero Cinnamon nunca emergió a la superficie del fondo del mar de su profundo silencio.




Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (Haruki Murakami)







[Mi aportación del día: http://www.fotolog.com/photograph_art/63693350]

No hay comentarios:

Publicar un comentario