sábado, 16 de enero de 2010

Espejo roto



-Foto: Ernesto y yo, hace justo un año, en el CSOA El Dragón-

(Casualidades de la vida: hoy llevo la misma camiseta que hace un año exactamente, y justo ayer estuve en El Dragón) xDDD







Todavía me duele la espalda de estar tanto tiempo de pie ayer por la noche en El Dragón. Y todo para ver unos conciertos de rap bastante cansinos y tener que volvernos a casa sin haber visto al Souchi, ¡¡pffffff!!







Hoy, rompería todos los espejos en los que me miro... En serio, hoy odio mi reflejo. ¡¡Alegría, autoestima por los suelos!!







¿Existe relación entre una dieta sana y el genio creativo? Basta con fijarse en el compositor Richard Wagner y ver lo que se echa al coleto. Patatas fritas, queso gratinado, nachos: Dios santo, el apetito de ese hombre no tiene límites, y sin embargo su música es sublime. Cosima, su mujer, tampoco se queda corta, pero al menos sale a correr todos los días. En una escena extraída del ciclo del Anillo, Sigfrido decide salir a cenar con las doncellas del Rin y, heroicamente, devora un buey, dos docenas de aves, varios quesos de bola y quince barriles de cerveza. Luego le traen la cuenta, y no le alcanza. Aquí la conclusión es que en la vida tenemos derecho a un acompañamiento de col o de patata, y debemos hacer nuestra elección sumidos en un estado de terror, con plena conciencia de que no sólo nuestro tiempo en la Tierra es limitado, sino también de que la mayoría de las cocinas cierran a las diez.

La catástrofe existencial de Schopenhauer no residió tanto en las comidas como en el picoteo. Schopenhauer despotricaba contra el hábito vano de andar picando cacahuetes y patatas fritas mientras se realizaban otras actividades. Una vez iniciado el picoteo, sostenía Schopenhauer, la voluntad no puede resistirse a seguir, y el resultado es un universo lleno de migas por todas partes. No menos desencaminado iba Kant, que propuso que pidiéramos la comida de modo tal que todos pudiéramos pedir lo mismo, y así el mundo funcionaría de una manera moral. Lo que Kant no previó es que si todos pedimos el mismo plato, se entablarán disputas en la cocina para decidir a quién le corresponde la última lubina. "Pide como si estuvieras pidiendo para todos los seres humanos de la Tierra", aconseja Kant; pero ¿y si al vecino no le gusta el guacamole? Al final, claro, no hay alimentos morales, a menos que consideremos como tal el humilde huevo pasado por agua.



Pura anarquía (Woody Allen)







[De un momento a otro, saldré corriendo a refugiarme entre tus brazos]

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