
-Foto: Flemen, Lydia y yo en el fiestón de Fin de Año en Nave 7 (Valdemoro)-
Aquí, dos de las personas que anoche me volvieron a recordar lo increíblemente afortunada que soy por estar a tu lado... Por esa razón, les doy las gracias. A ellos y a todos los que me dedicaron tantas bonitas palabras, tantos besos y abrazos, tantos agradecimientos y tanta confianza. Sabed que todo lo que me dijistéis ayer no cayó en saco roto.
En los ojos de la gente se ve lo que habrán de ver, no lo que han visto
Tocábamos tres, cuatro veces al día. Primero para los ricos de la clase de lujo, y luego para los de segunda, y de vez en cuando íbamos con esos pobrecillos emigrantes y tocábamos para ellos, pero sin el uniforme, así como estábamos, y algunas veces tocaban también ellos, con nosotros. Tocábamos porque el océano es grande, y da miedo, tocábamos para que la gente no sintiese pasar el tiempo, y se olvidase de dónde estaba, y de quién era. Tocábamos para hacerlos bailar, porque si bailas no puedes morir; y te sientes Dios. Y tocábamos el ragtime, porque es la música que baila Dios, cuando nadie lo ve. La que bailaría Dios si tan sólo hubiera sido negro.
[Leyendo: Novecento - Alessandro Baricco]
♫ Mecano - Un año más ♫
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