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Foto: Ana y yo en Lieja, tras mucha ingestión de vino de misa-
Mi antepenúltimo día en La Belgique fue movidito, pero aún así uno de los mejores. Aunque tuve unas cuantas dudas a la hora de decidirme entre visitar Gante o Amberes, al final la balanza se inclinó por Amberes, básicamente porque al parecer Gante está cubierto de andamios y no iba a gozarlo mucho.
Comenzamos por un paseo junto a la zona ribereña y una fugaz visita al castillo de Het Steen. A la hora de la comida, entramos en un encantador restaurante repleto de lámparas con vidrios coloreados y pequeñas figurillas de hadas. Era momento de probar otro plato típico belga, la
carbonade, un guiso de carne con salsa de cerveza. Estaba rico, pero cuando me dio por probar el plato que se había pedido Ana,
vol-au-vent (un hojaldre relleno con una deliciosa salsa blanca por encima), me di cuenta de que no había hecho bien mi elección porque el suyo sí que estaba de muuueeerrrte.
Según dicen, la catedral de Amberes o Onze Lieve Vrouwekathedraal es la catedral gótica más bella de Bélgica. No he visto todas las catedrales que existen en Bélgica, pero desde luego, os puedo asegurar que la de Amberes es absolutamente hermosa. Y para rizar el rizo, conserva en su interior varios cuadros originales de Rubens. ¡Imaginaos!
Un regalo muy inesperado para mí en nuestra visita a Amberes fue poder entrar a conocer el Musée Plantin-Moretus, antiguo hogar e imprenta de dos grandes impresores del siglo XVI, Christoffel Plantin y Jan Moretus. Sin duda, esta visita convertía mi viaje en el de espíritu más documentalista de todos los que he hecho en mi vida. Tuvimos que verlo bastante rápido porque faltaba poco para la hora del cierre, pero aún así fue una de las cosas que más me gustó de todo mi periplo viajero.
Al salir, unas foticos en la Groenplaats, junto a la estatua de Rubens y unas cervecitas en Het Elfde Gebod, una flipante cervecería con la fachada completamente cubierta de hiedra y el interior decorado por todas partes con púlpitos y estatuas de santos y ángeles. De verdad, un lugar alucinante.
Tras reponer fuerzas, pusimos rumbo a Lieja, donde Daniel, un amigo de Ana, había quedado con otros amigos para cenar y salir de farra por las aclamadas fiestas del 15 de agosto del barrio de Outremeuse. Spaghettis, vino de misa (con aprobación eclesiástica) y hasta un solo con la batería eléctrica de Jerome. Mi comunicación con la gente era bastante limitada porque yo no sé ni papa de francés y ellos apenas sabían alguna palabra de castellano, así que a tirar de nuestro inglés macarrónico para lograr una mínima conversación y hala. Después, nos metimos en una debacle de juventud alcoholizada y fuera de sí, pero tuvimos que caminar tantísimo para llegar a la zona donde estaba toda la fiesta, que no duramos mucho en ella porque, encima, perdimos a casi toda la gente en un pestañeo y, al final, acabamos haciendo una laaaarga peregrinación en busca de un cajero y cogiendo un taxi para irnos a dormir a casa de Arnaud, que era nuestro anfitrión allí.
Agotadora jornada, pero eso sí, MUY divertida.
To be continued...[
Leyendo:
Una pizca de muerte - Charlaine Harris]
Y esta noche... ¡barbacoa y fiestorro para celebrar el cumple de Tamara, yupi! =)
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Bad Religion -
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