
Pues he aquí mis nuevos jefes, damas y caballeros.
Hoy ha sido mi primer día. Intenso, agotador, un tanto caótico.
No sabía que tenía que bajarme en Tres Olivos para coger otro tren y he retrocedido tres paradas antes de levantar la vista de mi libro y darme cuenta de que estaba alejándome inexorablemente de mi destino. JUAS.
Pero luego, para compensar, la máquina de dulces me ha dado una caña de crema gratis y encima me ha regalado 45 céntimos.
En el camino de vuelta (hora y media hasta mi hogar, ni más ni menos) iba escuchando a Yann Tiersen y, de repente, me he puesto triste. Con una de esas tristezas que llegan sin avisar y sin razón alguna, y que por eso son mucho peores. Porque no sabes cómo luchar contra ellas.
Pero al llegar a casa, con un dolor terrible de espalda y de ojos, mi pequeña me ha enseñado un castillo de color verde que había dibujado y me ha recitado una poesía sobre la salud, y he vuelto a sonreír.
Así son mis días en los últimos tiempos. ALTIBAJOS.
Le prometí a Aroa que iría con ella esta noche a una fiesta de reggae y ska, pero es que no puedo con la vida. Me voy a dormir.
[Leyendo: Marte azul - Kim Stanley Robinson]
No hay comentarios:
Publicar un comentario