domingo, 21 de agosto de 2011

Crónicas de La Belgique, part. II



-Foto: Ani y yo en la Grand Place-








Madrugar para ver mil cosas que no había visto en mi anterior visita a Bruselas era el plan para mi segundo día en La Belgique, así que a las 9.00... ring, ring, ring... ¡y arriba!

La primera parada obligada era, por supuesto, el Atomium, que ciertamente me impresionó, pues no me lo esperaba tan grande. Eso sí, ni loca se me hubiera ocurrido aguantar las inmensas colas que había para subir arriba. Según todas las fuentes a mi disposición, no merecía la pena en absoluto y, ya se sabe, hay que dejarse aconsejar por los buenos amigos.

Después, pusimos rumbo a la basílica del Sacré Coeur, que también era una espinita que tenía clavada desde mi visita del año pasado. Pienso que por fuera es realmente hermosa y sus proporciones bastante increíbles, pero desde luego por dentro pierde todo encanto. La impresión que me llevé fue la de una especie de inmensa nave industrial con unos tremendos pilares y ya está. Aunque sus vidrieras eran preciosas, pero no tiene valor que yo diga eso porque me ENCANTAN las vidrieras, así que no soy muy objetiva.

A esas alturas del día nos estábamos muriendo bastante de hambre, así que nos dirigimos hacia el centro para comer algo. Sin embargo, antes de ponernos con esas cuestiones tan mundanas, hicimos una pequeña parada en la catedral de Saints Michel et Gudule, que me gustó bastante más que el Sacré Coeur. El encanto del gótico es lo que tiene.

Luego, un dürüm realmente asqueroso y lleno de odioso pepino en un kebab de lo más anodino, un glorioso gofre de fresas con cholate para quitarme el mal sabor de boca y ¡a comprar regalitos para los que se quedaron en Madrid! Entrar en La Cure Gourmande fue fácil, salir de allí no tanto... Había tantas maravillas dentro que apenas fui capaz de decidirme por unas deliciosísimas galletas de frambuesa y unos caramelos artesanales riquísimos. Parecía difícil de superar semejante experiencia comercial, pero todos los toffees, bombones y galletas del mundo no pudieron vencer a los tesoros escondidos en La Boutique Tintin. ¡¡Me gustó inmensamente!! Por cierto que, entre tienda y tienda, AL FIN pude ver la Grand Place de día, ¡ya era hora!

Después de las compras, nos fuimos corriendo al Musée Magritte, pero como no llegamos a tiempo antes de que cerrara (nunca voy a acostumbrarme al hecho de que las cosas cierren a las 5 o las 6 de la tarde, si tienes mala suerte incluso a las 4), volvimos al centro tranquilamente y nos fuimos al maravilloso, asombroso, delicioso Goupil le Fol, un lugar repleto de cachivaches viejos, de fotografías antiguas, de cuadros, de partituras, de libros, de sofás y de mil sorpresas más, y cuya especialidad es el vino de frutas.

Para concluir el día con buen pie no pudieron faltar las frittes de rigor en Flagey, lo cual desde luego nos estropeó totalmente las ganas de cenar, así que nos tomamos una copita de vino blanco, comimos bombones, hicimos un poco el moñas viendo vídeos sobre perros en Youtube y... ¡cada mochuelo a su olivo!

To be continued...







Clava hoy tus raíces en mí,
¿quién pudiera retenerte en Madrid?


Ismael Serrano - No estarás sola

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