viernes, 22 de abril de 2011

Russian, wine and films



-Foto: el salón de Shara tras nuestra noche de miércoles-







¿Qué puedo decir, Sha?

Russian Red, las palomitas, la ensalada César, la pizza cuatro quesos, las torrijas y, muy especialmente, las cinco botellas de vino que desaparecieron de este cruel mundo... no hubieran significado nada en absoluto sin ti.

Y tampoco hubiera sido lo mismo sin el diluvio universal que nos cayó encima al salir de la farmacia, sin el paraguas roto, sin el pan mojado y las bolsas de la compra llenas de agua, sin nuestro aspecto de recién duchadas y sin la secadora que, secar no seca mucho, al menos los vaqueros, pero ayuda a desarrollar muchísimo la inteligencia, dada la complicación de su sistema de apertura.

A partir de ahora miraré con otros ojos las maratones cinéfilas, muy especialmente si son pastelosas, porque hay que reconocer que ver de forma seguida Crepúsculo, Luna nueva y Eclipse le cambia la vida a cualquiera... signifique lo que signifique eso. Sobre todo, si la maratón concluye a las 6 de la mañana.

No sé si servirá de algo el decirte que, en estos momentos, eres uno de los dos únicos seres humanos en todo el planeta que consiguen sacarme una sonrisa... e incluso una risa.

¡Ah! Y gracias por el abrigo, la sudadera, las zapatillas y los calcetines secos... Prometo que habrá devolución.







[Leyendo: El corazón y otros frutos amargos - Ignacio Aldecoa]







Estaba sentada exactamente en el mismo sitio del mismo sofá, con una copa del mismo vino en la mano... Pero todo era diferente.

Y lo nuevo de Russian Red mecía mis oídos...

Russian Red - I hate you but I love you

No hay comentarios:

Publicar un comentario