
La imprenta manual fue utilizada desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, momento en que se produjo el auge de la imprenta mecánica, cayendo su predecesora en desuso.
Decidí acudir a este seminario porque el libro antiguo y la Historia del Libro son dos de las ramas que más me atraen en mi profesión y no podía perder la oportunidad de escuchar a algunos de los especialistas que participaron en las conferencias, ya que constituyen auténticas figuras de referencia en su campo de investigación. Por citar los que más me impresionaron, os puedo nombrar a José Luis Gonzalo Sánchez-Molero y Fermín de los Reyes Gómez, dos de los mejores profesores de la facultad (en mi modesta opinión), y que nos deleitaron, uno con varias anécdotas curiosas sobre la imprenta manual, y el otro con su conocimiento sobre las bulas incunables; a Manuel José Pedraza García, profesor de la Universidad de Zaragoza, que nos mostró con claridad la enormidad de aspectos que seguimos sin conocer sobre la imprenta manual; a Albert Corbeto, que vino desde la Academia de Buenas Letras de Barcelona para hablarnos sobre la tipografía en España en el siglo XVIII; y, por supuesto, a José Bonifacio Bermejo, director de la Imprenta Municipal de Madrid, que nos informó sobre el origen y la evolución de esta institución.
Al final de las ponencias algunos doctorandos, tanto de la Universidad Complutense de Madrid como de la Universidad de Zaragoza, compartieron con nosotros sus experiencias personales realizando diversas tesis relacionadas con la tipografía, la imprenta y el libro antiguo en general. Lo cierto es que a mí me infundió ánimos ver que aún hay cantera de investigadores jóvenes e ilusionados, que no se desaniman ni tan siquiera ante los brutales recortes económicos que la Educación está sufriendo últimamente.
[Nota aclaratoria: tras releer la entrada que he escrito, he caído en la cuenta de que quizá alguien que lea esto no tenga claro lo que son las bulas y, ya de paso, quizá tampoco de lo que significa el término "incunable". Así que, para ellos, va esta aclaración]
Las bulas eran documentos que elaboraba y concedía la Iglesia, a través de los cuales podías "comprar" el perdón de tus pecados. Existían bulas de todo tipo, desde las que te eximían de la prohibición de comer carne los días que el calendario cristiano no lo permitía (por ejemplo, Cuaresma) hasta las que se concedían (previo pago, claro está) a los soldados que iban a luchar en las Cruzadas y que les aseguraban un caminito directo al cielo por librar al mundo de un buen puñado infieles, a pesar de pasarse por el forro el quinto Mandamiento, es decir, "No matarás". Las bulas tenían muchos y variados precios, dependiendo de si eran para los nobles o para el pueblo llano.
Y ya para terminar de despejar dudas, el término "incunable" se refiere a todos aquellos documentos impresos antes de 1500, es decir, cuando la imprenta aún estaba en pañales, razón por la cual son de un valor incalculable.
Me despido por hoy diciéndoos: NUNCA TE ACOSTARÁS SIN SABER UNA COSA MÁS. ¡Espero haber contribuido con esta entrada a que tan afamado refrán se cumpla!
Pasen ustedes un magnífico fin de semana, señores. =)